Ayer por la noche finalicé la lectura del libro de Lisa Randall Universos ocultos: un viaje a las dimensiones extras del cosmos, editado por Acantilado (la edición original, en inglés, es de 2005) y que recientemente fue presentado en España por su autora, catedrática en Princeton. Tengo que reconocer que me ha costado unas cuantas semanas, no queriendo decir con ello que el libro se haga indigesto, ni mucho menos. Sencillamente, se trata de un texto que presenta un nivel de abstracción y complejidad no despreciable.
El libro de Randall, siempre según mi visión personal, se puede dividir en tres secciones o bloques claramente diferenciados. En el primero, absolutamente brillante y desde luego mi preferido, afronta, desde un punto de vista divulgativo, el concepto de dimensión extra. Para ello utiliza imágenes cotidianas, como mangueras, aspersores, que aunque parezca increíble, le dejan a uno la sensación de haber comprendido el concepto de dimensión enrollada, compactificada. Sin duda, unos primeros capítulos de un nivel y capacidad divulgativa enorme y deslumbrante.
A partir de aquí, el texto se introduce en el mundo de la física de partículas, el modelo estándar, el bosón de Higgs y las teorías de cuerdas. El nivel teórico no es bajo y se requiere una concentración elevada para no perderse, aunque los fanáticos y curiosos por el mundo de las partículas elementales seguramente se muestren halagados. Las explicaciones de Randall no son precisamente breves (al fin y al cabo, el libro tiene más de 600 páginas) y en muchas ocasiones repite varias veces el argumento revisado, lo cual facilita su asimilación, como si se tratase de una clase en la universidad. Y aún se refuerza más el carácter pedagógico al final de cada capítulo, donde se recoge un resumen con los puntos claves analizados a lo largo del mismo.
El tercer bloque se adentra en el trabajo mucho más personal de la autora y sus colaboradores a lo largo de los años. Describe y analiza las ventajas y desventajas de las teorías de cuerdas, sus predicciones teóricas y algunos potenciales experimentos para someterlas a prueba, las dualidades entre teorías aparentemente distintas y que producen, sin embargo, las mismas consecuencias físicas, el problema de la jerarquía o por qué la gravedad es tan débil en comparación con las otras tres fuerzas fundamentales de la naturaleza: la nuclear fuerte, la débil y la electromagnética. Finalmente, aborda el apasionante mundo de las branas, probablemente el campo al que más ha contribuido la autora. Branas, dimensiones extras pequeñas, grandes y muy grandes, incluso infinitas e invisibles recorren los últimos capítulos del libro, dejando un buen sabor de boca final.
En definitiva, el libro de Lisa Randall resulta absolutamente recomendable por muchas razones como el enorme prestigio profesional de su autora, su capacidad divulgadora, muy brillante en ocasiones por la riqueza de imágenes mentales que proporciona. No menos reseñable es que se puede aprender una cantidad inestimable de física de partículas y teoría de cuerdas (a nivel divulgativo, por supuesto) sobre todo para alguien como yo, que nunca he sido, lo reconozco, un forofo del tema. Pero, sin duda, la razón más importante con la que yo me quedaría para recomendar el libro es que Lisa Randall transmite perfectamente cuál es el espíritu de la ciencia, siempre abierto a nuevos hallazgos, en continua renovación, sin afirmaciones tajantes e intolerantes. Esto se ve con claridad meridiana en los últimos capítulos, donde afirma una y otra vez que disponemos de modelos, teorías del universo, pero que ello no siginifica en absoluto que el mundo se comporte así en realidad. Al fin y al cabo, puede que ni siquiera el espacio y el tiempo existan...
A partir de aquí, el texto se introduce en el mundo de la física de partículas, el modelo estándar, el bosón de Higgs y las teorías de cuerdas. El nivel teórico no es bajo y se requiere una concentración elevada para no perderse, aunque los fanáticos y curiosos por el mundo de las partículas elementales seguramente se muestren halagados. Las explicaciones de Randall no son precisamente breves (al fin y al cabo, el libro tiene más de 600 páginas) y en muchas ocasiones repite varias veces el argumento revisado, lo cual facilita su asimilación, como si se tratase de una clase en la universidad. Y aún se refuerza más el carácter pedagógico al final de cada capítulo, donde se recoge un resumen con los puntos claves analizados a lo largo del mismo.
El tercer bloque se adentra en el trabajo mucho más personal de la autora y sus colaboradores a lo largo de los años. Describe y analiza las ventajas y desventajas de las teorías de cuerdas, sus predicciones teóricas y algunos potenciales experimentos para someterlas a prueba, las dualidades entre teorías aparentemente distintas y que producen, sin embargo, las mismas consecuencias físicas, el problema de la jerarquía o por qué la gravedad es tan débil en comparación con las otras tres fuerzas fundamentales de la naturaleza: la nuclear fuerte, la débil y la electromagnética. Finalmente, aborda el apasionante mundo de las branas, probablemente el campo al que más ha contribuido la autora. Branas, dimensiones extras pequeñas, grandes y muy grandes, incluso infinitas e invisibles recorren los últimos capítulos del libro, dejando un buen sabor de boca final.
En definitiva, el libro de Lisa Randall resulta absolutamente recomendable por muchas razones como el enorme prestigio profesional de su autora, su capacidad divulgadora, muy brillante en ocasiones por la riqueza de imágenes mentales que proporciona. No menos reseñable es que se puede aprender una cantidad inestimable de física de partículas y teoría de cuerdas (a nivel divulgativo, por supuesto) sobre todo para alguien como yo, que nunca he sido, lo reconozco, un forofo del tema. Pero, sin duda, la razón más importante con la que yo me quedaría para recomendar el libro es que Lisa Randall transmite perfectamente cuál es el espíritu de la ciencia, siempre abierto a nuevos hallazgos, en continua renovación, sin afirmaciones tajantes e intolerantes. Esto se ve con claridad meridiana en los últimos capítulos, donde afirma una y otra vez que disponemos de modelos, teorías del universo, pero que ello no siginifica en absoluto que el mundo se comporte así en realidad. Al fin y al cabo, puede que ni siquiera el espacio y el tiempo existan...
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